Martes 13 de febrero de 2024. “Mientras que el cuerpo aguante”, es una frase muy recurrente en el léxico de los mexicanos. Su significado se refiere a la forma en la que nuestro cuerpo y mente buscan defenderse ante la adversidad o el exceso. Así, las fiestas de los mexicanos se caracterizan por ser hasta que el cuerpo aguante. Así como, nuestro esfuerzo ante la necesidad. En distintos contextos, pero el sentido es el mismo: llegar al límite de la capacidad. O, como dirían por ahí, estirar la liga hasta antes de que reviente.
Teniendo esa frase como alegoría habrá que ver si nuestro país aguantará los embates que ya se viven, como la crisis de inseguridad, y los que se avecinan, tal es el caso de la inestabilidad económica y otra hegemonía político-partidista.
Y es que, como todo parece indicar hasta este momento, la candidata oficialista va en caballo de hacienda a Palacio Nacional, si es que decide vivir en el edificio que fuera la sede del gobierno imperial mexicano. Es decir, si Claudia Sheinbaum se convierte en la primera mujer en ocupar la silla presidencial; aunado a ello, habría que estar muy al tanto si, dadas las condiciones y adelantos, se repite la fórmula que inventaron por allá en la década de los 20 del siglo pasado, es decir, un “Neomaximato”, liderado moralmente por el todavía presidente López Obrador. así como, si tendría el mismo efecto y alcances.
Sin embargo, también sería interesante preguntarnos si el pueblo mexicano está dispuesto y las condiciones dadas para vivir bajo lo que el célebre escritor peruano-español Mario Vargas Llosa bautizaría como la “dictadura perfecta”:
“Yo no creo que se pueda exonerar a México de esa tradición de dictaduras latinoamericanas. Creo que el caso de México, cuya democratización actual, soy el primero en celebrar y aplaudir como todos los que creemos en la democracia; encaja dentro de esa tradición con un matiz, que es más bien el de un agravante. Yo recuerdo muchas veces haber pensado, muchas veces, sobre el caso mexicano con esta fórmula: México es la dictadura perfecta.
La dictadura perfecta no es el comunismo, no es la Unión Soviética, no es Fidel Castro, es México. Porque es la dictadura camuflada, de tal modo que puede parecer no ser una dictadura, pero tiene, de hecho, si uno escarba, todas las características de la dictadura. La permanencia, no de un hombre, pero sí de un partido, un partido que es inamovible, un partido que concede suficiente espacio para la crítica en la medida que esa crítica la sirva, le sirve, porque confirma que es un partido democrático, pero que suprime por todos los medios, incluso los peores, aquella crítica que pone en peligro su permanencia.
Una dictadura que, además, ha creado una retórica que lo justifica, una retórica de izquierda (…) Es una dictadura, puede tener otro nombre, una dictadura muy sui generis, muy especial, muy diferente…”, declaró Vargas Llosa en septiembre de 1993, a través de un programa televisivo.
Usted disculpará lo extenso de la cita, sin embargo, vale la pena leerla y releerla, pues, luego de treinta años, recobra su vigencia con más fuerza, complicidad y sumisión por gran parte de la sociedad. Lo realmente grave de ello, no es la conquista por parte de un instituto político, sino la docilidad de un pueblo que se dice crítico, moderno y demócrata.
Por ello, el reto, más allá de impedir que se repitan esquemas de gobierno que se excedieron, es que los mexicanos tomemos decisiones de manera objetiva y no visceral, porque no sabemos cuánto aguante México.
*_Post scriptum:_* “El mérito se subordina a la popularidad”, anónimo.
*El autor es escritor, catedrático, doctor en Derecho Electoral y asociado del Instituto Nacional de Administración Pública (INAP).
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